El pensamiento en Montaña Rusa es mente errante cuando corresponde y mente concentrada cuando amerita.
La mente errante de alguna manera busca escaparse del presente imaginando futuros. Bajo esta mirada, la mente errante no puede ser otra cosa que una mente creativa. Son muchas las especulaciones que manejan los investigadores acerca de sus funciones: desde consolidar recuerdos; tomar información de la actividad consciente; mantener activas conexiones neuronales que no están en pleno uso, protegiendo las conexiones entre áreas que trabajan juntas aunque no en ese momento; preparar conexiones para eventos del futuro y otras. Sean las funciones que sean, es una noticia muy buena para la creatividad, para aceptar el pensamiento en Montaña Rusa como un método de una “informalidad rigurosamente científica” (parece contradictorio, pero no lo es). Vemos en el informe el germen de la invalidez. Ello es producto de una cultura que nos hizo creer que lo serio, estudiado, encasillado paso a paso o lo encapsulado con rigor es valioso. Lo es, pero depende cuándo, dónde, por qué y para qué. Un aprendizaje autodidacta tiende a ser visto como un aprendizaje informal, pero sepamos que puede incluir en su método (tan único como la persona que lo ejerce), en su compromiso pasional, una formalidad y un rigor muy superiores a la formalidad tradicional.
Título: El pensamiento en Montaña Rusa
Autor: Germán Castaños.
Editorial: V&R Editoras
Publicación: Diciembre de 2014.
Páginas: 256.
Precio: $185.